Los niños que sienten celos perciben la realidad algo distorsionada; no como en realidad es, pero si es un sentimiento real para ellos. Los niños consideran que son menos queridos que antes. Ademas suelen ser sensibles, y esta sensibilidad puede dar lugar a manifestaciones orgánicas como: tensión muscular, dolor de estómago, cansancio, enuresis diurna o nocturna… Pueden experimentar sentimiento de rechazo hacia el otro hermano, deseos de agredirle y esto hace que se sientan culpables dando lugar a un mayor sufrimiento.
Ante una situación de celos debemos evitar lo siguiente:
- Los gritos y las descalificaciones.
- Las atenciones y dedicaciones excesivas.
- Privilegios a unos hijos frente a otros.
- Comparaciones entre los diferentes hijos.
Ademas tenemos que intentar:
- Reconocer el sentimiento celoso como algo natural.
- Ser tolerantes con las regresiones.
- Ofrecer situaciones sobre las ventajas de ser mayor.
- Fomentar la cooperación entre los hermanos (en las tareas de la casa, en situaciones de juego…).
- Observar y reflexionar sobre las conductas celosas de los niños y reaccionar sin darles excesiva importancia.
- Tratar con afecto y atención frecuentes a los niños para que perciban que son queridos.
- Favorecer el juego con todos los hijos (para lograr una mayor armonía entre ellos).
- Establecer un clima de tranquilidad en todos los momentos posibles.
- Educar a los niños en el control de sus emociones: aprender a soportar pequeñas frustraciones, alegrarse del éxito de los demás, responder con tranquilidad ante situaciones adversas, enseñarle a aceptar sus dificultades con optimismo.
- Respetar la autoridad de los padres y admitir los límites establecidos en la familia.
- Respetar el espacio de juego e intimidad de cada hijo.
- Estimular a los hijos para que expresen lo que sienten con libertad y puedan compartir tristezas y alegrías.
- Transmitir seguridad a los niños.
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